Bondad

El ser humano bueno hace el bien por convicción plena por ser parte integrante de la humanidad, y en ese sentido actúa de manera bondadosa y correcta.

Es bondadosa o bondadoso quién realiza buenos actos en pleno acatamiento a sus convicciones, y mantiene en todo momento una lealtad consigo mismo, con el prójimo y con su misión en este mundo.

La bondad es un valor que perfecciona día a día a quien la practica, y, por lo tanto, tiende a perfeccionar a la humanidad. Es un valor cuya ausencia vuelve a las personas cada día más imperfectas y menos humanas. Es un valor ético y universal cuya carencia descompone a una sociedad; la hace más tirana y menos humana.

La bondad es la capacidad o virtud de realizar lo que es debido, lo que es bueno y lo que es correcto, tomando en cuenta como máxima el bien común. Quien es bondadoso con el prójimo y con la comunidad donde se desarrolla, lo es consigo mismo.

Se trata del despliegue de una correcta y firme voluntad de favorecer a los seres humanos con buenas acciones. Es una cualidad inherente a la persona humana de bien, que lleva como objetivo el favorecer a los demás, especialmente a quienes más lo necesitan, aunque la bondad debe dirigirse a toda la humanidad, sin pretextar circunstancia alguna.

La bondad no necesariamente tiene que ser material pues hay actos humanos que son bondadosos en sí, como las muestras de cariño por los seres humanos; el afecto hacia las personas que precisan de él; inclusive, hay miradas pletóricas de bondad que enaltecen tanto a quienes las reciben como a quienes las otorgan.

La bondad es propia e inherente al ser humano, pero esta bondad se refuerza o se pierde en el seno familiar. Es precisamente allí donde se refuerza o se debilita este hermoso sentimiento o valor humano, ético y universal, porque si en la familia se vive y se bebe tal ejemplo de bondad, seguramente sus miembros lo serán a lo largo de su vida y de acuerdo a sus posibilidades. Por el contrario, si en la familia los padres carecen de o no practican ese valor tan alto y gratificante, seguramente los integrantes de esa célula social serán nada bondadosos.

Por eso resulta tan importante que los padres de familia inculquen en sus hijas e hijos ese valor tan importante y necesario en una comunidad, porque la bondad, como todos los valores humanos, es en dos vías, es decir, se entrega y se regresa, tarde o temprano, pues los actos de bondad se ven recompensados de una u otra manera, y aunque en ocasiones no sea de inmediato, tarde o temprano se sentirán gratificados quienes la practican al recibir a la bondad de regreso.

La bondad es sinónimo del bien. Pude apreciarse que también la bondad es antónima a la maldad. Es decir, quien decide en conciencia y de manera natural hacer el bien es bondadoso o bueno.

Por el contrario, quien hace el mal de manera consciente se interna en los terrenos de la maldad y puede en consecuencia considerarse como maldito.

Y es en ese sentido, estimada lectora y lector, que lanzamos la pregunta: ¿Qué es mejor, ser bueno o ser malo? ¿Ser bendito o maldito? ¿Hacer el bien o el mal? 

Sea bueno y bondadoso. Hay grandes ejemplos del bien y del mal. En la comunidad se aprecia altamente a los que hacen el bien. A la vez, se detesta severamente a los seres humanos que hacen el mal. Las familias y la comunidad orgullosamente recuerdan y honran a los que hacen el bien. Los que hacen el mal, constituyen seria vergüenza para sus parientes y para la humanidad, y los registra la historia como seres abominables, cargados de profundas cargas negativas y despreciables. Un ejemplo del bien: Jesucristo, altamente amado por los cristianos y respetado por todos. Un ejemplo del mal: Hitler, altamente odiado por los seres humanos. Sea bondadosa o bondadoso, dé cariño y afecto. Haga el bien. Algún día tendrá su recompensa, pero entre tanto, mientras llega la bondad en contrapartida, será inmensa y bondadosamente feliz.