El Síndrome de Hubris y los políticos

Ana María Reynoso Añorga Psicoterapeuta
El Síndrome de Hubris y los políticos

La palabra hubris o hybris es de origen griego, y significa orgullo, presunción o arrogancia. Los griegos utilizaban este término para hablar del comportamiento humano caracterizado por una arrogancia desafiante frente a los dioses, por una ambición desmesurada, temeraria e insolentemente, cree que puede obtener mucho más que aquello que el destino le permite.

Más allá de la mitología griega, el Síndrome de Hubris está también muy presente en el mundo real. Infinidad de reyes, emperadores, gobernantes, políticos, militares, grandes empresarios y directivos lo han padecido y lo padecen.

Más rápido podemos ver los síntomas, cuando el ascenso a la cima ocurre en poco tiempo.

El "Síndrome de Hubris" es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y deprecio hacia las opiniones de los demás.

Aunque el síndrome responde más a una denominación sociológica que propiamente médica, los psiquiatras han reconocido siempre los efectos mentales del poder. Entre los síntomas que puede producir el mal de Hubris destacan:

• Un enfoque personal exagerado al comentar asuntos corrientes.

• Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad.

• Sentimiento de superioridad sobre los demás.

• Desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades.

• El rival debe ser vencido a cualquier precio.

• La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor.

• Despreció por los consejos de quienes les rodean.

• Alejamiento progresivo de la realidad.

Según el neurólogo David Owen, llega un momento en que quienes lideran dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar, porque piensan que sus ideas son correctas. Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando en su buen hacer.

Según David Owen, las fases por las que pasan las personas que padecen el Síndrome de Hubris son:

Dudas. Después de ser nombrados para ocupar un cargo, es habitual que no se encuentren totalmente seguros de sus movimientos.

Autoconfianza. Si las cosas comienzan a salir bien, se comienzan a sentir muy buenos en lo que hacen y el cargo comienza a quedar pequeño para ellos, según su apreciación.

Halagos. Los halagos de los oportunistas, arribistas y aduladores refuerzan su ego y comienza a generarse una sensación de endiosamiento.

Arrogancia. En esta fase creen que son imprescindibles, y que no saben cómo el pueblo en el caso de los gobernantes, o la empresa que dirigen podía haber salido adelante sin ellos.

Soberbia. Es la fase de la idealización megalomaníaca .Se consideran infalibles, indispensables y creen que van a disfrutar de poder para siempre.

Paranoia. “Todos los que me critican actúan movidos por la envidia”, piensan quienes padecen el Síndrome de Hubris. Este pensamiento les lleva a rechazar las críticas. Quienes las hacen pasan a ser considerados como enemigos personales.

Caída en desgracia. En el caso de los políticos, se concreta en la derrota electoral; en el mundo de la empresa, en el despido. En cualquiera de los casos, no entienden por qué han sido desposeídos de sus cargos. En ocasiones, la nueva situación desemboca en un cuadro depresivo.

Seguramente usted reconoce estas fases y las características de este síndrome que poseen muchos de los gobernantes actuales.

“La arrogancia que expresa una autoimagen de superioridad, demuestra una inferioridad profundamente oculta”

Sam Owen



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