La Amistad

POLICROMO Rogelio Aros Guzmán
La Amistad

“El amigo verdadero no es aquel que te enjuga las lágrimas cuando lloras, sino el que hace todo lo posible para que no derrames una sola”. (Proverbio popular)

La amistad, ¡Oh, la amistad! tan hermosa tan necesaria y tan difícil. Este valor de gran esencia en la conducta del ser humano ha caído en un bache muy profundo, algo verdaderamente lamentable.

La amistad es un valor ético y moral muy necesario para estrechar las relaciones de los seres humanos entre sí, pues este sentimiento es muy noble y se prodiga a los congéneres independientemente de lazos familiares, ya que suele nacer de la simple convivencia y puede prolongarse durante toda la vida, elemento deseable en cualquier amistad.

En la amistad deben aparecer como condiciones insalvables la solidaridad, el respeto, el desinterés, la reciprocidad y el entendimiento mutuos, porque a los amigos se les acepta independientemente de diferencia sociales, raza, credo, sexo, nacionalidad, o cualquier otra circunstancia humana. Se pueden tener amistades humanas, espirituales y animales. Las mascotas suelen ser amigos maravillosos, afectivos y fieles hasta la muerte.

La amistad puede surgir en cualquier etapa de la vida, y puede ser pasajera, duradera o bien, para siempre, siendo esta última la 

más añorada y fecunda pues es la que verdaderamente trasciende en la relación interpersonal, por llenar con valores esa relación, convirtiéndose en una virtud que fortalece la convivencia social.

La amistad es a veces engañosa, sobre todo si es uno quien la entrega abiertamente a los demás, ya que muchos se aprovechan de esa nobleza y en lugar de corresponder en el mismo sentido, la traicionan, o bien, no la retribuyen con la misma intensidad.

Hay muchas personas, pero muchas, que traicionan de manera artera a este valor humano trascendente, situándose en consecuencia, entre los seres humanos desprestigiados.

Sin embargo, quien entrega la amistad, es alguien que hace el bien. Es un ser humano feliz. Es un individuo que contribuye -con el ejercicio de este valor- a la superación de las relaciones humanas, y, consecuentemente, al progreso de su comunidad, pues abona al mejoramiento de la sociedad.

Hay quienes atesoramos la amistad y quienes la desdeñan, la deprecian e inclusive la traicionan. La amistad es necesaria para ser felices, pero, para tal efecto, debe ser en dos o múltiples vías, porque es de ida y vuelta. Es la amistad un sentimiento y un valor que ennoblece a la persona que sinceramente la entrega o la recibe. La amistad debe comprobarse en cualquier momento, porque si existe algo que impida ser recíproco con la amistad sincera, es una amistad a medias, sesgada o falsa, por eso es de capital importancia que este valor se demuestre en cualquier circunstancia.

La amistad es un sentimiento y un valor hermoso, pues como afirmamos, quien entrega y goza de la amistad que en reciprocidad recibe, es inmensamente feliz, ya que las muestras de cariño, de afecto y solidaridad que la acompañan, enriquecen el alma y la protegen de otros daños que se resienten durante el camino de la vida.

Es indudable que quienes gozan del aprecio de muchas personas, son dichosos, porque durante su trayecto en este mundo se han rodeado de verdaderos amigos que lo acompañan “en las buenas y en las malas”; son seres que vivirán felices y morirán tranquilos y en paz por haber gozado de las maravillas de la amistad sincera. Seamos amigos y amigas. Verdaderas y verdaderos amigos. Hagamos amigas y amigos. Y si nos traicionan, allá ellas o ellos, pues nunca, nunca serán felices. En cambio, los verdaderos amigos, somos realmente felices. El valor de la amistad es altamente gratificante y maravilloso. Quienes aman a sus prójimos a través de este hermoso valor humano, ven la vida de una manera positiva y se cargan constantemente de buenas vibras y de felicidad. Muchas gracias.



NOTAS RELACIONADAS

Por: Dra. Nancy Álvarez / Febrero 21, 2024
Por: Fernando A. Mora Guillén / Febrero 21, 2024