La compasión

POLICROMO Rogelio Aros Guzmán
La compasión

  “Si quieres que otras personas sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz tú, practica la compasión”. Dalai Lama.

La compasión es un sentimiento maravilloso pues posee un sentido empático o hasta solidario por el que sufre. La compasión se considera un valor universal muy importante pues aquel que es compasivo se considera muy humano. Se es compasivo cuando nos afecta el dolor de otros seres, y, en consecuencia, sufrimos y nos solidarizamos.

Por el contrario, los antónimos de la compasión pueden ser la inhumanidad, la insensibilidad, e inclusive, la crueldad.

La palabra compasión es un alocución grecolatina que significa “sufrir juntos”, significado que expresa claramente que la compasión posee -como anotamos- un grado enorme de solidaridad, porque como seres vivos poseedores de una naturaleza buena o verdaderamente humana, contrapuesta a la inhumana o cruel, no debemos ser ajenos ni inmunes al dolor de la gente, pero tampoco sentir lástima por el que sufre, sino sumarnos a su dolor e intentar paliar o aliviar sus penas mediante los recursos que estén al alcance.

La compasión ha sido motor de impulso de grandes líderes que han visto sufrir a sus pueblos por las violaciones arteras a sus derechos humanos, causadas por otros seres a través de la fuerza, el poder, el abuso y la deshumanización. 

Ya hemos señalado con admiración a esos líderes como Gandhi quien liberó al pueblo hindú del yugo inglés de manera pacífica con la resistencia civil; Martin Luther King, quien liberó a los afroamericanos del racismo y la discriminación de la “raza blanca” estadounidense, y Nelson Mandela, quien acabó con el apartheid en Sudáfrica. Ellos son seres reconocidos como admirablemente compasivos, no solo por los oprimidos liberados, sino con los opresores, porque lo que buscaron con sus movimientos fue la libertad y la igualdad de los seres humanos, y no la venganza o la separación de las personas. Estos líderes no solo fueron compasivos con los oprimidos, sino que, en un ejemplo digno de admiración, también lo fueron con los opresores, logrando una dignificación de la raza humana. Fueron líderes que hicieron de los valores humanos, un estilo de vida que le permitió no solo provocar y lograr cambios en sus países, sino en ser considerados por propios y extraños, como verdaderos héroes cuyos ejemplos quedaron grabados para siempre y con letras de oro en la historia mundial.

En cambio, seres tan despreciables como Hitler en Alemania asesino de millones de judíos; Mao en China, asesino de decenas de miles de sus compatriotas; Stalin, magnicida de millones y millones de rusos;  Mugabe de Zimbawe, fratricida de sus paisanos opositores africanos y Mohammed Gadafi dictador y homicida de sus connacionales libios, han sido y son una clara muestra de la falta de compasión que los llevó a cometer fechorías y genocidios en contra de seres humanos sin miramiento alguno, a tal grado que prácticamente la humanidad entera los detesta y los tienen inscritos en la historia con las repugnantes letras de: “bestias devoradoras de carne y sangre humanas”, salvo a unos despistados que los ven patéticamente como héroes.

La compasión es un elemento “humanizador” y un valor excelso que sitúa a quienes lo practican en el plano del humanismo, en el crecimiento personal como ser de bien y en las puertas de lo bendito. En contrapartida, quien es cruel, inhumano e insensible ante el dolor de sus congéneres, inclusive de los animales, cada día se convierte más en un mero autómata, robot o ser despreciable, pues la falta de ese amor compasivo tan necesario para el bien de todas y todos, lo coloca en las fronteras de lo perverso, lo irracional y lo innecesario, y, por ende, es prescindible dentro de un conglomerado social.

De allí la importancia de la compasión. De allí la necesidad de la presencia de este valor universal para mejorar las cosas. De allí lo imprescindible para una sociedad de esta virtud, para lograr el fortalecimiento de los derechos fundamentales y la supervivencia de la raza humana. La compasión ha sido un valor que ha logrado que muchas tragedias se evitaran, y la falta de ella, por el contrario, ha sido la madre de las tragedias a lo largo y ancho de la historia.

Inculque en sus hijos, en sus parientes, en sus amigos, en sus familiares y en quien pueda, el valor de la compasión, pero antes, sea usted profundamente compasiva o compasivo, para que conozca verdaderamente la felicidad. La felicidad que provee la compasión cuando se practica es indescriptible por sanadora del espíritu y por potenciadora de la elevación del nivel de la conciencia humana. Muchas gracias.



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