La Templanza

POLICROMO ROGELIO AROS GUZMÁN
La Templanza

  “La templanza y el trabajo constituyen las verdaderas medicinas para el hombre: el trabajo aguza el apetito y la templanza impide abusar de él”. Jean Jacques Rousseau.

Podemos definir la templanza como “dominio propio”. Es decir, es una especie de fortaleza humana que sirve para controlar las emociones, los impulsos y las ambiciones en diversas situaciones que se presentan en nuestra vida, ya sea en el entorno familiar, laboral o social. Es parte integrante de la inteligencia emocional.

La templanza es, en consecuencia, el cómo controlar al “yo” interno que determina nuestra conducta y nuestras acciones. Quien tiene templanza es moderado en su actuar y resulta ser un excelente “tomador” de decisiones durante su vida, especialmente en momentos importantes, delicados o trascendentales.

La templanza es un valor fundamental en la conducta de los seres humanos ya que ayuda enormemente a no sucumbir ante el alcohol, el sexo, el poder, el apetito, la avaricia, y ante tantas otras tentaciones que existen, ya que cuando no se tiene la templanza, el ser humano débil se puede volver fácilmente alcohólico, drogadicto, vicioso, deshonesto, corrupto, infiel, poderoso y vil, convirtiéndose en una amenaza para la familia y la sociedad, pues su conducta tarde o temprano causa problemas en su persona, en su familia y en la comunidad.

El dominio propio tiene que ver sin duda con la inteligencia emocional, pues al ejercerlo se evita que las emociones dominen los actos, para lograr así un justo equilibrio en todas las actividades humanas. Es importante que la templanza que se ejerza en su momento, lleve impregnada a sí, los distintos valores éticos y morales, para contribuir al beneficio de la sociedad y para la obtención de la felicidad.

Quien quiere el poder por el poder, para beneficiarse a sí mismo, a su familia o a su grupo, prefiere la fuerza a la templanza, y en consecuencia sus actos se encuentran alejados de este valor humano, convirtiéndose en un perjuicio para las demás personas, de tal modo que el sujeto que así actúa, es un peligro para la comunidad donde se desarrolla, y para colmo los países latinoamericanos y muchos de otras latitudes, están plagados de seres y políticos cínicos y pragmáticos que adolecen de este fundamental valor humano universal.

La capacidad de resistir las tentaciones, logra que el ser humano se equilibre y en ese sentido actúe, de tal forma que quien es templado puede contenerse de realizar acciones ilegales o injustas, de moderarse en aquellas situaciones que así lo requieran y de ser sobrio en sus actuaciones en general, alejado de la prepotencia, la des honradez y del tráfico de influencias.

Qué importante es que una persona sea templada -sobre todo si trabaja en el servicio público-, pues será seguramente -si posee y ejerce el valor de la templanza-, un empleado o funcionario público ejemplar en el desempeño de sus deberes.

Imagínese usted si tuviéramos policías templados, no habría malos tratos, ni golpes ni actos de tortura. Imagínese usted si tuviéramos políticos con templanza, no habría tanta corrupción, impunidad y abuso en el ejercicio del servicio público.

Perciba usted estimada o estimado lector que la templanza es un valor fundamental para el buen desarrollo del ser humano y de la sociedad, pues éste determina la conducta loable o detestable (cuando no se posee) de los seres humanos.

Es verdaderamente importante que hagamos un análisis hacia nuestro interior y veamos si contamos con este gran valor y lo practicamos verdaderamente, pues es evidente que, de no ser así, estamos contribuyendo al deterioro del tejido social que lleva irremediablemente a la descomposición de la sociedad humana.

Hay que tener templanza para exigir que los países y sus gobernantes cambien, gane quien gane las elecciones. Hay que exigir que las condiciones sociales se transformen y que disminuya la brecha entre los sectores de nuestras sociedades. Hay que luchar con templanza y con la bandera de la paz y la justicia, como lo hicieron nuestros héroes del pasado glorioso, muchos de los cuales murieron para legarnos el ejemplo de templanza en beneficio de las generaciones presentes y futuras.

Es la templanza sin duda, ese valor que nos lleva a mejores estados de felicidad, toda vez que proporciona bienestar personal, familiar y social, ya que permite que seamos mejores seres humanos y nos convirtamos en agentes del cambio para el bien de la humanidad. Practiquemos la templanza y descubriremos que las cosas cambian para mejor y para ser más felices. Muchas gracias.



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