Los valores, hoy.
Pues sí que estamos viviendo tiempos difíciles Cada época tiene sus problemas y
retos específicos y en la historia de la humanidad ha habido de todo: La
decadencia de las culturas que fueron grandes y poderosas, las guerras y las
enfermedades. Hay quienes se aferran a la idea de que el pasado fue mejor y
otros que dicen lo contrario, que lo que viene es lo que será mejor. Cada época y
cada sociedad tienen sus problemas y ésta no es la excepción. Quizás esta
pandemia nos hace pensar que estábamos muy bien y de pronto todo se puso
mal, pero no es verdad. Ya estábamos mal. Las depresiones tan generalizadas, el
individualismo egoísta, la pobreza, la discriminación, la violencia en todas sus
modalidades, el fanatismo, el deterioro del medio ambiente etc. Podríamos hacer
crecer esta lista, que todos conocemos y sabemos que es verdad.
El punto es que estos problemas no son el resultado de fuerzas inevitables, somos
los seres humanos los que tenemos el poder de las decisiones para mejorar el
mundo o llevarlo a su destrucción. Ahora nos preguntamos. ¿Qué fue lo que pasó
para que sucediera esto?. ¿Quién tiene la culpa? Las respuestas nadie las tiene.
Aún estamos atónitos, asustados también, ante el incierto futuro que se vislumbra
y que no se reduce sólo al tema de la salud, sino de la descomposición social que
está aumentando en todo el mundo.
Yo creo que el debate se debe centrar en el tema de los valores culturales, parece
muy complicado o aburrido hablar de ello, pero la indiferencia y la
irresponsabilidad que hemos demostrado como sociedad ante la pandemia es una
muestra de que en asuntos de valores no andamos muy bien. Ha privado el
individualismo y nuestra visión egoísta, no pensamos socialmente y además
culpamos al gobierno de todo lo que está sucediendo y sin eximir a ese gobierno
de sus responsabilidades, no le es posible cuidar y vigilar cada uno de nuestros
actos.
Los valores y las virtudes de los seres humanos se han convertido en palabras
huecas que nadie promueve. Humildad, austeridad, generosidad, prudencia,
templanza y justicia, son términos tan en desuso que cuando de escuchan causan
inquietud, pensamos incluso que quien habla de eso está fuera de la realidad.
Pensamos que los asuntos morales o de valores son asuntos de sentimientos o de
gente débil. Justificamos nuestros comportamientos con argumentos faltos de
ética. Decimos “si no lo hago yo, lo hará otro” o “Así se ha hecho siempre”
También nos damos permiso para actuar mal, pensando como Darwin en la
sobrevivencia del más fuerte y supeditamos las normas éticas frente a la
competencia. De aquí se deriva el tan difundido pensamiento de que si el mundo
es malo o corrupto uno tiene que actuar en consecuencia para sobrevivir. No es
así. No debería ser así. Los seres humanos tenemos la capacidad de cambiar el
entorno y por ende al mundo.
Promover los valores de la ética es una responsabilidad social que involucra
directamente a la familia y a la escuela y de hecho se les concede esa
responsabilidad social, sin embargo, bajo el esquema y parámetros de libertad ha
habido una total relajación en cuanto a los antivalores que se promueven en
medios de comunicación. Canciones misóginas que desvalorizan a las mujeres y
que promueven y exaltan a los delincuentes como los narcotraficantes. Esa
educación mediática que ahora también se trasmite por redes sociales ya es
incontrolable.
Lo menos qué podemos hacer es pensar en estos temas. Hablarlos con amigos,
vecinos y familia y proponerse metas de cambios que contribuyan a mejorar la
sociedad. Alejarnos de prejuicios e inercias sociales equivocadas, reflexionar
sobre la ética y estimular nuestra conciencia ciudadana, que es la que puede y
debe ser, la organizadora social del presente y del futuro
viveleyendo.normabustamante@gmail.com