¡Ay la democracia!

Por la Espiral

La democracia hay que cuidarla, me dijo hace poco en entrevista Miguel Álvarez de Eulate, presidente de la Fundación de Estudios Estratégicos Internacionales (FESEI) porque a su juicio “si no se hace se erosiona”.

En los últimos años en Europa, el eco del llamado a las urnas se ha convertido más que en una fiesta de la democracia, en un socorrido amago para romper bloques, coaliciones y terminar con gobiernos débiles.

Se ha usado, inclusive, como un espectro de amenaza para azuzar al contrario y hasta de intimidación: en España, el presidente en funciones Pedro Sánchez, no puede formar gobierno, ha ganado las elecciones generales con siete millones de votos desde el pasado 28 de abril y va camino de mediados de septiembre sin poder formar gobierno con ninguna de las fuerzas políticas visibles.

Recientemente Sánchez presentó un amplio programa progresista de 370 medidas a fin de conciliar un dossier de trabajo impecable que no pueda ser rechazado por los otras fuerzas políticas; él aspira, a una abstención de la mayoría, si no logra un pacto para la investidura.

Una circunstancia que se antoja complicada, no son pocos los que ya hablan en clave electoral rumbo a una nueva cita en las urnas el 10 de noviembre en las que serían para España las cuartas elecciones generales en cuatro años.

Triste realidad porque unas nuevas elecciones no le darían al PSOE la mayoría absoluta para formar gobierno, Sánchez se vería abocado –nuevamente-  a buscar pactos con Podemos (hay roces  porque a fuerza quieren estar en la primera línea de gobierno) dado que Ciudadanos -que tiene ciertos contenidos más afines- les ha dado el portazo definitivo.

¿Habrá elecciones? Se lo pregunté a Álvarez de Eulate: “Yo creo que sí a menos que Podemos ceda y ceda aún más… el PSOE se ha ido reforzando, las medidas que ha presentado son un órdago a Podemos; les ha dicho además que esto es lo que hay lo aceptan o no. Esperamos que se llegue pronto a una estabilidad, necesitamos certidumbre… todo esto erosiona a la democracia”.

“La democracia parlamentaria en España es joven, somos una  nación que ha vivido un  periodo de transición, un periodo constituyente; las primeras elecciones se habló de una sopa de letras había muchos partidos políticos y luego nuestro sistema electoral depuró esos partidos políticos. Somos una democracia joven me preocupa que  esta fragmentación no está dando respuestas a los ciudadanos, a sus problemas reales del día a día”, puntualiza Álvarez de Eulate.

A COLACIÓN

Otro al filo de la navaja de nuevas elecciones generales anticipadas es Reino Unido,  en opinión de Álvarez de Eulate, en dicha nación insular sucede “un desastre” tal y como lo ventiló el propio parlamentario Phillip Lee diputado tory que renunció al Partido Conservador para unirse a otra bancada “en defensa de la democracia” indignado como otros millones de británicos por el albazo de la suspensión de las actividades parlamentarias durante cinco semanas.

La dimisión de Lee dejó al premier Johnson no nada más iracundo sino que perdió la mayoría en la Cámara de los Comunes; los legisladores apresurados contra el tiempo (porque se quedaban sin acción legislativa desde el 10 de septiembre) han vivido la semana más intensa de la que se tenga memoria en Westminster por lo menos desde la Segunda Guerra Mundial.

Han aprobado varias leyes: una para evitar que el primer ministro controle totalmente la agenda del Brexit ignorando al Parlamento; y otra, para salvaguardar que acontezca un Brexit sin acuerdo, por las bravas, como son las pretensiones de Johnson como forma de desafiar grotescamente a la UE y al mundo entero.

De hecho, se prevé, que si antes del 17 de octubre próximo no hay un acuerdo consensuado con Bruselas y avalado en la Cámara de los Comunes, Johnson deberá acudir a Westminster a solicitar una prórroga por tres meses más del artículo 50 del Tratado de Lisboa que los sigue dejando adentro del club europeo. Tres meses más implica el 31 de enero.

Johnson, que ha salido como una fiera desde su escaño, ha amenazado con convocar elecciones generales. Para Reino Unido, en este juego macabro del manoseo de la democracia, otra convocatoria a las urnas implicaría sus terceras elecciones generales en cuatro años en los que han habido tres distintos primeros ministros todos del Partido Conservador: David Cameron, Theresa May y Boris Johnson.

Poco importa el sufrimiento de los ciudadanos, el desgaste anímico, la parálisis en sus decisiones de abrir un negocio, cambiar de empleo, comprar una casa, casarse, mudarse de ciudad o hasta de endeudarse.

Reino Unido refleja el crisol de la enfermedad moral que carcome las entrañas de Europa,  el botín es el poder, todo el mapamundi europeo está teñido de dificultades políticas. La democracia es el paciente…

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales



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