Club Covid 20
Dicen que cada uno de ellos representaba una de las mentes más talentosas y
brillantes de su época. Dicen, también, que su potencial inspirador fue tan electrizante
que, no importa cuántas generaciones pasen después, y cuan incomprendidos en su
momento, ellos seguirán siendo un punto de referencia, un objeto de culto, un grupo
de verdaderos santos laicos de cualquier generación.
Hendrix, Morrison, Joplin, Jones, Cobain, Winehouse, entre otros. Vivieron todos hasta
los veintisiete años. Vivieron a tope, a toda intensidad y murieron de manera
intempestiva, escandalosa y por demás trágica, dejando al mundo un sentimiento
angustioso de deuda por lo que pudo haber sido su aportación durante un mayor
número de años. Iluminados de arte, de letras; abandonados en soledades
incomprensibles, atormentados por demonios inenarrables, suicidas pasionales
convertidos en rehenes de las adicciones más destructivas que conocemos…, drogas
exterminadoras suministradas progresivamente en un horroroso laberinto sin salida.
Y es cierto porque ya bien muertos y enterrados, o cremados irremediablemente, en
cualquier época del año, el Club de los Veintisiete no es excepción para recibir visitas
lacrimógenas que aspiran a un misticismo normalmente ausente de la vida cotidiana
y, aunque la peregrinación a sus moradas definitivas no necesariamente coincide con
las fechas tradicionales de exaltación de los muertos, ellos son materia de atención
especial.
¿Será posible que esta Pandemia genere una especie de Club Covid 20 con
interrupción súbita y asfixiada de la vida de personajes que hasta ahora desplegaban
sus alas para generar valor en las artes, literatura, las ciencias, o los deportes en la
aldea global que habitamos? ¿O los que oficiaron de abuelos, empresarios, médicos,
enfermeros o ciudadanos cualquiera?
¿Habrá una generación que desaparezca en este chocarrero peregrinaje tan copioso,
doloroso e inesperado hacia el domicilio permanente de quienes dejaron sus papeles
listos en esta vida terrenal al lado de un ventilador mecánico para migrar hacia los
destinos que cada quien pueda, razonablemente, creer o anticipar?
Quizá allí es donde se creará una circunstancia tan especial como el Club de los
Veintisiete. Manadas y manadas de terrícolas recordaremos a los que murieron
aislados y asfixiados, solos -muy solos-, a esos que fueron menos afortunados en el
triaje de la clínica en la que le tocó palmar o perdieron el volado estipulado en el
protocolo de salud.
Covid 20, el lúgubre Club que dejará olvidados a miles y miles en panteones y criptas
acaso menos atractivas y populares que Père-Lachaise en París, por ejemplo, para
celebrar ritos que la leyenda urbana califica de inenarrables, en honor del gran Jim
Morrison; o se asoman contemplativos al horizonte del Pacífico en Stinson Beach
imaginando a Janis Joplin oficiar con su voz inolvidable; o abrevando el poder
imaginario de la memoria de Jimmi Hendrix en Greenwod Memorial Park, en Seattle,
donde hay quien dice que si se pone mucha atención, se puede escuchar al amanecer
una guitarra eléctrica distante que nos hace imaginar ante un sepulcro natural e
impresionante, todo lo que nunca fue, pero pudo haber sido. Extintos para siempre los
muertos del flamante Club, Covid 2020 ¿Serán celebrados y visitados?
Twitter: @avillalva_
Facebook: Alfonso Villalva P.