Decepciona cumbre contra pederastia clerical
El papa Francisco ha prometido acabar con los escandalosos casos de pederastia que por mucho tiempo han cometido miles de sacerdotes católicos en perjuicio de niños y niñas que profesan por tradición esa religión.
Estos incalificables abusos, que evidencian la falta de un compromiso serio por parte de la Iglesia romana en el combate a la pederastia clerical, han generado diversos problemas al interior del catolicismo, siendo el más grave de ellos la pérdida de miles de fieles que, decepcionados de la doctrina y moral de esta institución, han tomado la decisión de emigrar a otras confesiones religiosas, o de ya no pertenecer más a la Iglesia católica.
Para poner fin a este problema crónico, el jefe máximo del catolicismo convocó del 21 al 24 de febrero en el Vaticano a 190 jerarcas católicos, despertando expectativas entre los fieles en relación con la implementación de medidas para sancionar el encubrimiento sistemático por parte de altos funcionarios de la Iglesia católica, algo que lamentablemente no ocurrió.
La insatisfacción de varios de los asistentes fue más que evidente. Uno de ellos, Miguel Hurtado, víctima de abuso sexual en los años 90 por parte de un monje en el monasterio de Montserrat en Cataluña, declaró a medios de comunicación que el evento fue decepcionante, y que las expectativas del mismo fueron infladas por el argentino Jorge Mario Bergoglio.
El País, en su editorial del pasado 26 de febrero, explicó que la cumbre vaticana buscaba "enviar a la sociedad un mensaje claro de que va a poner fin a la política de encubrimiento sistemático que una parte de la jerarquía ha practicado con sacerdotes y religiosos que han abusado de menores”.
Al término del evento, la percepción de las víctimas y de los estudiosos del tema es que el evento envió al mundo un mensaje totalmente diferente.
El diario español se refiere asimismo a lo que las víctimas esperaban de la cumbre: que el papa impusiera a los obispos católicos la obligación de denunciar a los sacerdotes y religiosos que abusan sexualmente de menores, pero que al mismo tiempo exigiera responsabilidades a éstos, a fin de poner fin a la impune política de encubrimiento eclesial, causante entre otras cosas de la destrucción física y psicológica de miles de menores alrededor del mundo.
Al término del primer mensaje papal en el encuentro antipederastia, donde el pontífice romano dijo que “quien acusa a la Iglesia es amigo del diablo”, el psiquiatra y activista antes mencionado expresó con dolor profundo: "Hoy el papa Francisco ha dado un guantazo a todas las víctimas de pederastia de los cinco continentes que han llegado hasta Roma para exigir explicaciones".
¿Dónde están las “medidas concretas y efectivas” que el papa prometió en su discurso al inicio de la reunión que fue convocada con el propósito de proteger a la niñez católica de la alta peligrosidad del clero pederasta? Esa es la pregunta que se hacen no sólo las víctimas, sino también aquellos que siguieron de cerca y con detenimiento el desarrollo de la cumbre, sus declaraciones y propuestas, etcétera. Para todos éstos, un mea culpa no soluciona nada, tampoco las buenas intenciones del papa.
A poco más de una semana de la clausura de la cumbre, las declaraciones de la mayoría de las víctimas manifiestan insatisfacción, decepción, lamento. Francesco Zanardi, víctima de abusos sexuales cuando tenía 12 años, y actualmente presidente de la asociación Red El Abuso, manifestó su descontento en los siguientes términos: "Parecía que [el papa] iba a tomar algún tipo de decisión para repudiar a los servidores de la Iglesia que ocultaron casos de abusos sexuales, pero no hizo nada".
Este activista, que “estaba entre las ocho personas que se reunieron con quienes organizaron la cumbre", declaró a Sputnik, un servicio internacional de noticias multimedia: "Nuestras propuestas fueron claras: echar de la Iglesia a un concreto número de obispos, abrir los archivos del Vaticano y ponerlos a disposición de los investigadores…”.
Su justificado descontento, a la semejanza del de otras víctimas, lo ha llevado a decir que todo fue un montaje publicitario, toda vez que el papa no ha hecho nada en concreto. “Sólo ha dicho que lo hará. Decir y hacerlo son cosas distintas”, lamentó Zanardi, quien representa en su lucha a más de 700 víctimas italianas.
El caso México en la materia merece atención aparte. Lo digo porque lo más reciente sobre el tema es que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) "desconoce el paradero de los 157 sacerdotes que han sido suspendidos de 2010 a la fecha, tras ser acusados de abusar sexualmente de menores de edad". Esto dijo Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM, quien no dio a conocer el nombre ni la ubicación de los curas que han sido suspendidos en los últimos ocho años, informó Notimex.
Estos incalificables abusos, que evidencian la falta de un compromiso serio por parte de la Iglesia romana en el combate a la pederastia clerical, han generado diversos problemas al interior del catolicismo, siendo el más grave de ellos la pérdida de miles de fieles que, decepcionados de la doctrina y moral de esta institución, han tomado la decisión de emigrar a otras confesiones religiosas, o de ya no pertenecer más a la Iglesia católica.
Para poner fin a este problema crónico, el jefe máximo del catolicismo convocó del 21 al 24 de febrero en el Vaticano a 190 jerarcas católicos, despertando expectativas entre los fieles en relación con la implementación de medidas para sancionar el encubrimiento sistemático por parte de altos funcionarios de la Iglesia católica, algo que lamentablemente no ocurrió.
La insatisfacción de varios de los asistentes fue más que evidente. Uno de ellos, Miguel Hurtado, víctima de abuso sexual en los años 90 por parte de un monje en el monasterio de Montserrat en Cataluña, declaró a medios de comunicación que el evento fue decepcionante, y que las expectativas del mismo fueron infladas por el argentino Jorge Mario Bergoglio.
El País, en su editorial del pasado 26 de febrero, explicó que la cumbre vaticana buscaba "enviar a la sociedad un mensaje claro de que va a poner fin a la política de encubrimiento sistemático que una parte de la jerarquía ha practicado con sacerdotes y religiosos que han abusado de menores”.
Al término del evento, la percepción de las víctimas y de los estudiosos del tema es que el evento envió al mundo un mensaje totalmente diferente.
El diario español se refiere asimismo a lo que las víctimas esperaban de la cumbre: que el papa impusiera a los obispos católicos la obligación de denunciar a los sacerdotes y religiosos que abusan sexualmente de menores, pero que al mismo tiempo exigiera responsabilidades a éstos, a fin de poner fin a la impune política de encubrimiento eclesial, causante entre otras cosas de la destrucción física y psicológica de miles de menores alrededor del mundo.
Al término del primer mensaje papal en el encuentro antipederastia, donde el pontífice romano dijo que “quien acusa a la Iglesia es amigo del diablo”, el psiquiatra y activista antes mencionado expresó con dolor profundo: "Hoy el papa Francisco ha dado un guantazo a todas las víctimas de pederastia de los cinco continentes que han llegado hasta Roma para exigir explicaciones".
¿Dónde están las “medidas concretas y efectivas” que el papa prometió en su discurso al inicio de la reunión que fue convocada con el propósito de proteger a la niñez católica de la alta peligrosidad del clero pederasta? Esa es la pregunta que se hacen no sólo las víctimas, sino también aquellos que siguieron de cerca y con detenimiento el desarrollo de la cumbre, sus declaraciones y propuestas, etcétera. Para todos éstos, un mea culpa no soluciona nada, tampoco las buenas intenciones del papa.
A poco más de una semana de la clausura de la cumbre, las declaraciones de la mayoría de las víctimas manifiestan insatisfacción, decepción, lamento. Francesco Zanardi, víctima de abusos sexuales cuando tenía 12 años, y actualmente presidente de la asociación Red El Abuso, manifestó su descontento en los siguientes términos: "Parecía que [el papa] iba a tomar algún tipo de decisión para repudiar a los servidores de la Iglesia que ocultaron casos de abusos sexuales, pero no hizo nada".
Este activista, que “estaba entre las ocho personas que se reunieron con quienes organizaron la cumbre", declaró a Sputnik, un servicio internacional de noticias multimedia: "Nuestras propuestas fueron claras: echar de la Iglesia a un concreto número de obispos, abrir los archivos del Vaticano y ponerlos a disposición de los investigadores…”.
Su justificado descontento, a la semejanza del de otras víctimas, lo ha llevado a decir que todo fue un montaje publicitario, toda vez que el papa no ha hecho nada en concreto. “Sólo ha dicho que lo hará. Decir y hacerlo son cosas distintas”, lamentó Zanardi, quien representa en su lucha a más de 700 víctimas italianas.
El caso México en la materia merece atención aparte. Lo digo porque lo más reciente sobre el tema es que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) "desconoce el paradero de los 157 sacerdotes que han sido suspendidos de 2010 a la fecha, tras ser acusados de abusar sexualmente de menores de edad". Esto dijo Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM, quien no dio a conocer el nombre ni la ubicación de los curas que han sido suspendidos en los últimos ocho años, informó Notimex.
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