El abogado, como socio estratégico del cliente

El Derecho, no puede quedar al margen de los grandes y profundos cambios que de manera fulminante está experimentando la humanidad debido, en gran parte, a la pandemia del COVID 19.

El trabajo a distancia, las audiencias judiciales llevadas de manera virtual, asesoría a clientes a través de medios tecnológicos, representan, para el abogado tradicional, un enorme cambio y todo un reto, al cual tendrá que adaptarse o desaparecer.

Estamos viendo un reordenamiento mundial en las legislaciones respecto a temas tales como protección ambiental, de salud, laboral y en derecho digital.

Los abogados, al ser profesionales del derecho, guardianes de la legalidad y el orden, debemos poner el ejemplo y hacer una diferencia real, objetiva y concreta, haciendo un trabajo del que nos sintamos orgullosos, y que se refleje en una mayor permanencia del Estado de Derecho y una mejoría sustancial en beneficio de los usuarios de nuestros servicios, así como de nuestra comunidad y nuestro país.

Hoy, quizá más que nunca, por la crisis financiera que las medidas tomadas a raíz del COVID 19 han provocado en la gran mayoría de las actividades comerciales (suspensión de actividades, recrudecimiento de las políticas públicas y fiscales, falta de apoyos, etc.), han generado una crisis económica que amenaza con hacer desaparecer la libre empresa.

En este contexto, el abogado debe constituirse como uno de los principales aliados del empresario, un socio estratégico que le ayude a sortear las vicisitudes que se están generando en el panorama actual, alguien en quien se pueda confiar, que sea capaz de “anticipar y prevenir problemas” y en el evento de que estos ya estén presentes, resolverlos de la manera más eficiente, y en todo momento, priorizando y protegiendo los intereses del cliente.

Con el cúmulo de regulaciones legales en materias tan variadas como la laboral, fiscal, mercantil, societaria, etc., el empresario necesita de un asesor legal en quien pueda depositar toda su confianza, con la tranquilidad de que éste hará el mejor trabajo posible, velando por sus intereses, con lo cual, el emprendedor podrá enfocar sus esfuerzos en las actividades que le generan valor a la empresa.

El abogado indicado para dar un servicio óptimo al empresario es, en principio, aquel que tenga un alto sentido de la ética, así como los valores de honestidad, compromiso y excelencia muy grabados en su genética. Además, no menos importante, debe tener la capacidad y conocimientos necesarios, así como la estructura tecnológica más actual y el quipo de profesionales del más alto nivel, que le permitan prestar un servicio de la mayor calidad; pero, sobre todo, que tenga la claridad y sensibilidad de percatarse que su razón de ser es “la satisfacción de las necesidades de sus clientes”.

Que el abogado sea muy capaz no garantiza que también tenga los valores necesarios para poner en sus manos el patrimonio de la empresa, se requiere además de otro tipo de compromiso de parte de dicho profesional, el de ser leal, honesto y responsable para con el cliente.

Los abogados no debemos perder de vista que la verdadera razón de ser de nuestro trabajo es *la satisfacción del cliente*, por ello, resulta fundamental conocer que es lo que este busca de nosotros, para poder así definir nuestros servicios, poniendo siempre en el centro de estos, sus deseos y necesidades.

Desde esta perspectiva, el abogado no sólo tiene ante sí el reto de ser excelente en las cuestiones técnicas de la profesión y en el uso de tecnologías de la información, sino también, igual de importante, en la atención a su cliente.

Nos encontramos ante un momento de grandes transformaciones en el ámbito del derecho, las cuales exigen a los abogados profundos cambios en la manera de pensar, estudiar, interpretar, argumentar, resolver problemas legales y estructurar sus servicios, teniendo como centro de todo al cliente.

Como siempre un placer saludarlo, esperando que estas pocas letras hayan sido de su agrado y, sobre todo, de utilidad ¡Hasta la próxima!




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