Las emergencias nacionales
Es difícil imaginar cómo era este país en 1920; con una revolución inacabada, finanzas en quiebra y el desmantelamiento de la estructura social, México atravesaba uno de sus peores momentos. En el tema cultural, el problema educativo nacional era el analfabetismo. Es entonces que José Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional, concibió un plan integral que consistía primero en enseñar a leer y escribir, segundo, ofrecer qué leer, y tercero, establecer lugares destinados a la lectura. Este plan lo continuó en la Secretaría de Educación Pública.
Desde la Universidad, Vasconcelos hizo un llamado a la sociedad para que colaborara a enseñar a leer y escribir a quién no sabía y logró reunir a una buena cantidad de personas que lo apoyaron en el proyecto, se conformó el Cuerpo de Profesores Honorarios y puede decirse que logró impactar positivamente aunque, analizando los resultados surge la pregunta. Si apenas se lograron alfabetizar a 38 mil personas, cómo es que se festejó tanto esta cifra? La prensa le dio seguimiento puntual a la campaña y la historia la registra como un acontecimiento glorioso.
La explicación tiene una respuesta simple. El analfabetismo en nuestro país en la segunda década del siglo pasado estaba considerada emergencia nacional.
Los magros resultados de la campaña de alfabetización vasconcelista no fueron obstáculo para que el proyecto continuara y el éxito mediático indudablemente estaba sustentado en que la sociedad participó activamente en la campaña y la sintió suya . Sin embargo no todo terminó allí. Vasconcelos consideraba que el ciudadano necesitaba tener acceso a los materiales de lectura e implementó un programa editorial que incluía a los clásicos de la literatura, conocidos entonces como “los clásicos de Vasconcelos “ y Lecturas clásicas para niños.