¿Por qué hay personas que se odian a sí mismas?

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El tema de hoy es: ¿Por qué hay personas que se odian a sí mismas?

Hay personas que pueden pasar  una vida entera preguntándose: ¿por qué me odio a mí mismo? Pocas realidades pueden ser más adversas que la de percibirse con desprecio, caminar por una cotidianidad sin agradarse, sin confiar en los propios recursos,y sin sentirse a gusto con la propia piel ,y su ser.

Decía el poeta británico “Lord Byron” que el odio es una forma de demencia. En cierta manera así es, porque nada altera más la vida que ese sentimiento capaz de despertar lo peor del ser humano, bien sea proyectado hacia los demás o hacia uno mismo. ¿A qué se debe? ¿Qué hace que una persona deje de valorarse y se sitúe en ese inframundo en el que habitar junto a la baja autoestima, el autor rechazo y la desidia?

Las causas son múltiples y los efectos también. Porque más allá de todo ello, está la forma en que estas personas afrontan cada situación, cada relación y circunstancia. No podemos pasar por alto que por término medio, quien se odia a sí mismo proyecta ese mismo sentimiento sobre los demás.

Hay personas que, efectivamente, tienen detrás de sí un historial de abusos o carencias afectivas en la infancia que puede explicar esa falta de respeto y aprecio a uno mismo. Ahora bien, hay casos más extremos, esos en los que no hay solo una baja autoestima o ausencia de amor propio; lo que hay es odio hacia la propia persona.

La retroalimentación que se genera cuando alguien está en ese diálogo interno despreciativo es muy lesiva. Uno puede decirse que no vale nada, que no sirve para determinados trabajos o, más aún, que eso de iniciar una relación afectiva va a ser completamente imposible. Porque quien se detesta, se invalida para casi cualquier dimensión existencial.

Entonces, ¿cuál es la fuente de ese auto desprecio? En realidad, hay varios orígenes.

Si ya desde niños  han devaluado a la persona,  resulta muy complicado construir las bases de una autoestima sólida. Sentirse invisibles, que les hagan creer que son falibles o que no sirven para aquello que sueña lograr, eso  desencadena tarde o temprano un proceso de pensamiento de auto desprecio que continúa aunque hayan desaparecido las circunstancias que lo activaron.

En ocasiones, hasta haber vivido una mala relación afectiva, padecer acoso escolar o laboral hace que la persona acabe odiándose a sí misma.

Una de las teorías del psicoterapeuta Albert Ellis se basaba en el llamado modelo ABC. Es decir, A, somos las cosas que nos pasan (acontecimientos) que provocan B (interpretaciones) y estas provocan C (consecuencias/conductas)

Se puede culpar de la  infelicidad actual a los padres, a esa pareja que les hizo daño, incluso a ese trabajo al que se le  dedicaron tantos años y que acabó consumiendo la ilusión. En esencia, se puede mirar al exterior para buscar culpables del malestar y la frustración. Sin embargo, cuando alguien indaga en el ¿por qué me odio a mí mismo? debe hacer un viaje hacia el propio ser, una introspección. 

Dejar de odiarse a si mismos para vivir mejor, para realizarse como personas, y así poder disfrutar de relaciones sólidas, de un futuro acorde a los propios deseos. ¿Quién no puede desear algo así? Prácticamente todo el mundo. Sin embargo, no es fácil generar ese cambio, sobre todo cuando se lleva mucho tiempo integrado en un mismo patrón mental, emocional y conductual.

El proceso pasa por ser capaces de percibir y detectar primero los pensamientos críticos, hostiles y negativos. Más tarde se  debe desarrollar una actitud más compasiva y realista hacia sí mismos.

Atenderse con afecto, dejar de juzgarse y de boicotearse,  es la clave del auténtico progreso.

Más tarde, habrá que dar forma a nuevos comportamientos, a cambios vitales que les permitan sentirse orgullosos sí mismos,  libres para iniciar una vida con mayor sentido, ese es el auténtico camino hacia el bienestar.

“El amor es la gran cura milagrosa: amarnos a nosotros mismos crea milagros en nuestras vidas”

Louise L. Hay



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